sábado, 30 de abril de 2011

40 años sin Alfred Cheney Johnston

En abril de 2011 se ha cumplido una doble onomástica para el fotógrafo neoyorkino Alfred Cheney Johnston: 126 años de su nacimiento y 40 de su muerte


Desde muy pequeño demostró poseer un don especial para las artes por lo que, animado por amigos y familiares, cursó sus estudios en la Art Students League y en la National Academy of Design en Nueva York, graduándose como ilustrador. Comenzó a experimentar con la fotografía realizando obras que se asemejaban a los trabajos en óleo, llegando a ser calificada por muchos como sumamente pictórica.



En su etapa estudiantil conoce a Norman Rockwell con el que forja una estrecha amistad y que más tarde se convertiría en un reputado ilustrador y a Charles Dana Gibson, su maestro y mentor. Trabajos de este último como las “Gibson girls” constituyen una influencia y fuente de inspiración clave en los futuros trabajos de Cheney. La representación de una mujer independiente, delgada, segura de sí misma, mostrando su melena, sus curvas pronunciadas y conocedora de su propia sensualidad provocó en los años 20 que muchas modelos adoptasen para sus fotografías las poses mostradas en los dibujos del reconocido artista. Cheney, por su lado, interesado en el desnudo femenino, experimentaba con diferentes posados y atrezzos y logró convertirse en un experto en el uso de mantones bordados, encajes y drapeados que vestían el cuerpo de las chicas de forma sensual y liviana.



Sin duda alguna, la gran oportunidad para Cheney llegó de la mano del productor teatral Florenz Ziegfeld, cuando en 1916 le propone como fotógrafo oficial de las chicas de su espectáculo de la revista musical en Brodway “Ziegfeld Follies”, inspirado en el cabaret parisino “Folies Bergère”, ofrecimiento que aceptó gustoso con una única condición: que apareciese su nombre en cada fotografía por él realizada.

Cheney consigue una gran popularidad con los retratos de las bailarinas de Ziegfeld, entre las que destacan nombres como Eve Arden, Irving Berlin, Joan Blondell, Fanny Brice, Eddie Cantor, Marion Davies, Paulette Goddard, Beatrice Lillie, Dorothy Mackaill, Mae Murray, Barbara Stanwyck y Louise Brooks entre otras, siendo ésta última una verdadera revolucionaria de su tiempo, ya que encajaba a la perfección en el papel de “chica mala”. Louise Brooks fue la primera en atreverse a bailar charleston en Londres. Sin duda, esta joven de gran belleza y cuyo rasgo más característico fue el corte de su melena, no dejaría a nadie indeferente, legándonos un recuerdo y una legión de admiradores que ha permanecido hasta nuestros días.



El éxito como fotógrafo profesional de Cheney, como decimos, estuvo ligado a Ziegfeld. La catarsis económica del 29, la posterior muerte de Ziegfeld en 1932, la proliferación del cine sonoro y el cercano comienzo de la Segunda Guerra Mundial llevaron al declive a Cheney, quien terminó sus días como fotógrafo aficionado, realizando algunas conferencias e impartiendo clases de fotografía.


Fallece en su casa en 1971, solo y alejado del mundo de la popularidad y la fama. Hacía tres años que le había dejado su esposa y las convulsiones sociales y políticas de estos años hacieron que su muerte pasara totalmente desapercibida.

Esta es la breve historia del que nosotros consideramos como uno de los grandes genios de la fotografía, un pionero en su tiempo, un artista cuya obra cuenta la vida alocada que transcurría allá por los años 20 y que podemos recuperar gracias a la recopilación de su trabajo en libros como “Jazz Age Beauties: The Lost Collection of Ziegfeld Photographer Alfred Cheney Johnston” o “Alfred Cheney Johnston. Women of Talent and Beauty 1917 - 1930”.

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